Por lo que se refiere al tenor Michael Hendrick… De todos modos y dada la dificultad del papel, se puede decir que cubrió bien su cometido y contribuyó al equilibrio de la representación en general.

A fortunadamente se dieron cita más fuerzas positivas que negativas para el estreno en Bilbao del ‘Aroldo’ de Verdi. Había que encontrar una puesta en escena que tuviera cierta calidad en un título apenas representado y después, había que lograr un reparto equilibrado de entre aquellos cantantes que tuvieran este título en repertorio. Se encontró la de Ravenna (filmada en vídeo en Piacenza), una producción con la firma de Pizzi de ambiente clásico y elegante que ha disipado las dudas previas existentes. Pero, sobre todo, nos tenemos que sentir satisfechos porque en el reparto hemos contado con la presencia de la soprano Adriana Damato, la única superviviente de aquella producción que llega a Bilbao.

El hecho de que esta soprano haya podido comparecer y cantar en el Euskalduna, ha supuesto un firme sostén para el papel de Mina, el cual requiere la fuerza expresiva y la solidez vocal que ha mostrado esta artista. Damato, vivió su drama, ofreciéndonos con absoluta corrección la difícil aria del sepulcro, ‘Ah! degli scanni eterei’ (¡Ah! desde los sitiales etéreos’) y su posterior cabaletta, llena de saltos de voz de un extremo a otro de la partitura. Por otro lado, la alta tesitura que se requiere para el papel del barítono sirvió para contratar a Vladímir Stoyanov, artista que ya ha cantado sin pena ni gloria entre nosotros, pero que ahora, en su papel de padre (Egberto), ha podido lucir su facilidad en el registro alto, gracias a su atenorada voz. No seríamos justos si no señaláramos que completó una gran labor y cantó en todo momento con mucho gusto.

Por lo que se refiere al tenor Michael Hendrick, es cierto que dio todas las notas, pero su voz dejó mucho que desear. Entre otras cosas, le faltó poderío para trasmitirnos su drama con fuerza y al carecer del volumen y del color se un tenor spinto le resultaba difícil hacernos creer su dolor y su rabia. De todos modos y dada la dificultad del papel, se puede decir que cubrió bien su cometido y contribuyó al equilibrio de la representación en general.

También lo hizo el bajo Shvets en su papel de fraile y no tanto el tenor Maurizio Pace, que encarnó un rol no muy adecuado para sus características vocales de tenor ligero. Para finalizar, demos nuevamente la enhorabuena tanto al Coro de la Ópera de Bilbao por sus cortas pero precisas participaciones, como a la Sinfónica de Euskadi, con una especial mención al solista de trompeta en su limpia participación en la obertura.

http://www.elcorreo.com/vizcaya/20090330/cultura/pizzi-damato-disipan-dudas-20090330.html

by NINO Dentici

El Correo